Cuando anochece
(...)
Cuando anochece jugamos a cantillos
en el escalón de la puerta de casa,
serios como conviene a un dios y aun poeta,
y como si cada piedra
fuera todo un universo
y fuera por tanto un gran peligro para ella
dejarla caer al suelo.
Después le cuento historias de las cosas sólo propias de los hombres
y sonríe, porque todo es increíble.
Se ríe de los reyes y de los que no son reyes,
y le entristece oír hablar de guerras,
de negocios y de los navíos
que se hacen humo en el aire de alta mar.
Porque sabe que todo eso carece de esa verdad
que tiene una flor cuando florece
y que con la luz del sol
van cambiando los montes y los valles
y haciendo que los muros encalados nos duelan en los ojos.
FERNANDO PESSOA.
Poesías completas de Alberto Caeiro.